Informe Económico Banco Ciudad Nro 396

Esta semana se conocieron los datos de inflación de septiembre, los cuales dan cuenta de que se sigue consolidando el proceso de desinflación iniciado en el segundo semestre. Según el INDEC, los precios minoristas se incrementaron 1,1% en el noveno mes del año, dato que se vio afectado de forma parcial por la retracción del cuadro tarifario de gas natural para el sector residencial. Esto le restó a la inflación del mes 0,6 puntos porcentuales (p.p.), por lo que sin el efecto de los cambios tarifarios el indicador habría mostrado una variación de 1,7%. Por su parte, el IPC de la Ciudad de Buenos Aires (IPCBA) arrojó un aumento del 1,3%, en este caso neto del efecto tarifas, dado que la totalidad de la reversión de los precios del gas se había computado en agosto. En lo que hace a la dinámica inflacionaria, si bien ambos indicadores reflejan una aceleración en el margen respecto a la variación de agosto, los dos se posicionan por debajo de los valores promedio de los últimos tres meses (2,0% INDEC y 2,1% IPCBA sin efecto tarifas). Asimismo, se observa una desaceleración de la trayectoria interanual por segundo mes consecutivo en los precios de la Ciudad, con una variación del 43,1%, 4,1 p.p. inferior al pico de julio (47,2%). Ahora bien, el dato más relevante sin duda se vincula a la evolución de la inflación “núcleo”, que registró su tercer baja consecutiva, alcanzando el menor nivel de los últimos 15 meses. En septiembre, este indicador presentó una variación de 1,5% tanto para el IPCBA como para el IPC del INDEC, la cual compara con alzas del 3,6% y 3%, respectivamente, en junio. De esta manera, el comportamiento de la inflación núcleo apunta a una consolidación del proceso de desinflación y refleja una convergencia, antes de lo previsto, al objetivo del Banco Central de alcanzar una inflación subyacente de 1,5% mensual en el último trimestre del corriente año. De cara a los próximos meses, las expectativas del mercado apuntan también en esta dirección, aunque con un leve incremento en la variación del nivel general de precios en octubre, con la entrada en vigencia del nuevo cuadro tarifario de gas natural. El viernes 7 de octubre, el Ministro de Energía y Minería anunció los nuevos precios del gas en boca de pozo, aunque incorporándose topes al aumento de la factura final, los cuales van desde el 300% para consumidores residenciales hasta un 500% para clientes comerciales e industriales, junto con una ampliación del número de beneficiarios de la tarifa social. Como resultado de estas modificaciones, el impacto de los cambios tarifarios sobre la inflación de octubre se espera que sea cercano a 1 punto, llevando la variación del nivel general del IPC transitoriamente por encima del 2%. De todos modos, su efecto sobre la suba interanual del índice sería casi 2 puntos menor al que hubiera surgido de la aplicación del cuadro tarifario fijado a inicios de año, ayudando a que la inflación de 2016 pueda llegar a culminar por debajo del 40%, no muy lejos de los niveles de 2014, pese a la unificación del mercado cambiario y la corrección tarifaria. Con la inflación en retroceso en el último tramo del año, el BCRA ha pasado a focalizar su accionar en reducir la brecha entre las expectativas de inflación y sus metas para 2017. Al igual que en las últimas dos licitaciones, esta semana el BCRA decidió mantener la tasa de interés de referencia sin cambios en 26,75%, justificando su decisión en la brecha de 3 puntos que todavía existe entre las expectativas del mercado sobre la inflación de 2017 (20%) y la banda superior fijada en sus metas para el próximo año (17%). Pero más allá de la divergencia entre las expectativas de inflación y las metas del BCRA para 2017, el mercado volvió a otorgar un voto de confianza a la política anti-inflacionaria del gobierno en la licitación de dos nuevos bonos a tasa fija en pesos realizada esta semana. Continuando con su estrategia de diversificar fuentes de financiamiento y promover, al mismo tiempo, el desarrollo de un mercado de deuda en pesos a largo plazo, el gobierno licitó dos títulos a tasa fija en moneda local, a 7 y 10 años, por los que obtuvo un total de $76.387 millones, recibiendo ofertas por poco más de $90.000 millones. Por el título a 7 años se obtuvo una tasa de 16%, en tanto que para el bono a 10 años la tasa fue del 15,50%. Con esto, en poco más de un mes, se logró dar forma a una curva de rendimientos en pesos a tasa fija, empezando a comienzos de septiembre con la colocación de un bono a 18 meses con una tasa de 22,75% y llegando en la última licitación a un plazo de 10 años con una tasa de 15,50%. De esta forma, en algo que podría haber parecido impensado pocos meses atrás, el gobierno logró simultáneamente alargar plazos y reducir tasas, muestra de que el mercado proyecta una desaceleración sostenida en la tasa de inflación en los próximos años. Finalmente, los montos involucrados en estas licitaciones también resultan de relevancia. Por un lado, en lo que respecta a la capacidad del gobierno de obtener financiamiento en pesos en volúmenes significativos: en total, a través de los 5 títulos emitidos desde comienzos de septiembre (18 meses, 2, 5, 7 y 10 años), el gobierno obtuvo $166.418 millones, equivalentes a unos USD 11.000 millones, con lo que logró reunir en poco tiempo una cifra similar a lo que el BCRA acordó transferir al Tesoro durante todo 2016. Y por otro, porque los montos emitidos permitieron la creación de un mercado de deuda en pesos a largo plazo con niveles de liquidez capaces de servir de referencia a emisiones del sector privado. De la misma forma que la reapertura del mercado de deuda externa para el gobierno allanó el camino para emisiones del sector privado en el exterior, el desarrollo de un mercado de deuda en moneda local a tasa fija contribuiría a facilitar el acceso del sector privado a financiamiento de largo plazo en pesos, otro hecho sumamente relevante.

Fuente: Banco Ciudad

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