EL PROYECTO DE REFORMA LABORAL
La difusión del proyecto de reforma laboral constata que tras los resultados electorales se desechó la idea de restringir los cambios al nivel sectorial y se presenta un proyecto amplio, que avanza en múltiples aspectos. Incluso se introducen modificaciones que retrotraen normas a las vigentes durante la última dictadura militar (a pesar de su vocación “modernizante”) o bien introducen elementos de la reforma brasilera.
Se trata de una reforma que avanza sobre los derechos laborales (tercerización, flexibilización, precarización) y al reducir costos laborales (baja de contribuciones patronales, indemnizaciones y juicios) se constituye en una reforma pro mercado. Lejos está de advertirse, tal como lo planteó el presidente, que “cada uno tiene que ceder un poco“, toda vez que implica que los únicos que ceden son los trabajadores. La reforma es contraria a los intereses de la clase trabajadora y su aprobación implicaría una pérdida real de derechos e ingresos, retrocediendo en conquistas históricas.
La orientación de la reforma está implícita en los objetivos que plantea. En sus palabras: la “liberalización de las fuerzas de la producción y del trabajo de todos aquellos mecanismos regulatorios y fenómenos distorsivos que impidan el desarrollo de las empresas como comunidades productivas, innovadoras, eficientes y competitivas”. Es decir, al igual que durante la última dictadura militar y el menemismo, se busca flexibilizar el mercado de trabajo, y se visualiza al derecho laboral protector de los trabajadores como un factor “distorsivo” que debe eliminarse. En ninguna parte se plantea que la relación entre empresarios y trabajadores es asimétrica y que por ello los empleados deben contar con amparo legal para la defensa de sus derechos.
Si bien se afirma que la reforma favorecerá la creación de puestos de trabajo, los efectos son más bien los contrarios ya que se facilitarán y reducirán los costos de despido. Así, es improbable que la transferencia de ingresos desde el trabajo al capital redunde en mayores empleos, del mismo modo que las reformas laborales de los noventa, con lineamientos similares, fueron contemporáneas a una mayor desocupación.