Necesidad de políticas activas para amortiguar el impacto sobre sectores vulnerables

La economía argentina se encuentra en pleno proceso de internalización de la devaluación del Peso. Un incremento del tipo de cambio superior al 120% desde diciembre del año pasado tiene implicancias directas en diferentes aspectos de la economía. Acomoda las cuentas externas, quita presión en el mercado de cambios y, con algunos retoques, acondiciona las cuentas fiscales.

Sin embargo, el costado más doloroso de una devaluación de semejante envergadura es su impacto sobre los precios, especialmente sobre los que componen la canasta básica de alimentos. El índice de precios al consumidor viene mostrando en los últimos meses fuerte subas (alcanzó el 3,9% en agosto) y se espera terminar el año 2018 con una inflación que supere con creces el 40%.  Los precios vienen escalando particularmente con más fuerza en el segmento alimentos y bebidas.

Fuente: Invenómica con datos del Indec.

Los sectores más vulnerables sentirán con fuerza el impacto de la devaluación en una economía con gran componente de insumos importados, bienes primarios que tienen precios internacionales como referencia y, en general, el hecho de que los argentinos muchas veces piensan en dólares y remarcan (o anticipan remarcaciones) con una velocidad asombrosa.

La Argentina cuenta con precios de productos básicos que aparecen virtualmente dolarizados. En muchos casos, productos centrales en la dieta cotidiana y que son producidos localmente alcanzan precios incluso superiores a los que muestran países desarrollados. Tal es el caso de la harina de trigo, que en sus versiones más económicas puede ser adquirida en la Argentina a un valor un 34% más alto que en España. También son llamativos los casos del café soluble, que es más caro en la Argentina, y la leche entera, el azúcar y el arroz que alcanzan precios similares o apenas inferiores medidos en dólares. La carne vacuna y aviar son significativamente más baratas en la Argentina.

Esta realidad choca con salarios argentinos que distan mucho del estándar de un país desarrollado; por caso el salario mínimo en la Argentina es un 73% inferior al español.

Fuente: Invenómica con datos de supermercados on-line de Argentina y España del día 14-9-2018.

Con un sendero de precios que apenas comienza a recorrerse luego de la depreciación del Peso, es central atender las necesidades de los estratos con menos ingresos. Y para ello, no habría que tener mayores prejuicios en la definición de las intervenciones de corto plazo. Además de las políticas de consenso, que incluyan un diálogo responsable con los sectores formadores de precios de la canasta básica, y de las de carácter macroeconómico, tales como la política antinflacionaria o la afectación temporaria a la exportación de productos básicos, no habría que dejar de analizar medidas menos ortodoxas y puntuales.

El otorgamiento de subsidios focalizados para la compra de productos básicos, una distribución más profusa de mercados a precios económicos, el fortalecimiento del ingreso universal y la distribución gratuita de alimentos en las zonas más afectadas, por ejemplo, son medidas que no pueden dejar de analizarse.

Ya para el mediano plazo, la Argentina tiene la difícil tarea de hacer más eficiente su matriz productiva y trabajar sobre la estructura de costos.

Fuente: INVENOMICA

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