En función del amplio debate que ha suscitado la publicación de las estadísticas oficiales concernientes a la pobreza, es preciso hacer una aclaración fundamental, que incide directamente en el cálculo de la misma. En Argentina se utiliza el método indirecto de medición de la pobreza, siguiendo el concepto de pobreza absoluta. Un hogar es considerado pobre si la suma de los ingresos percibidos por todos los miembros del mismo resulta inferior a un monto de dinero que para cada hogar, dependiendo de su composición, define la línea de pobreza: si ese monto no es superado, el hogar es definido como pobre.
La idea sobre la que se sustenta el enfoque es evaluar si los recursos con los que cuenta el hogar permiten solventar un presupuesto que permita la adquisición de aquellos bienes y servicios que posibiliten a sus miembros vivir dignamente en sociedad. Para estimar ese monto de dinero que define la línea de pobreza, el punto de partida de la metodología surge del cómputo del valor de una Canasta Básica de Alimentos (CBA), que incluye un conjunto de alimentos que satisfacen necesidades nutricionales básicas. El valor monetario de dicha canasta corresponde a lo que se denomina línea de indigencia para el adulto equivalente. A su vez, la línea de pobreza comprende la CBA más un componente de gastos no alimentarios.
Este componente (bienes y servicios) de la línea de pobreza se calcula de manera indirecta, ampliando la CBA de manera agregada, considerando que la participación relativa del componente no alimentario debe ser la misma que los gastos no alimentarios tienen en los gastos totales de la población. La composición de cada hogar en términos de adulto equivalente (unidad de medida que tiene en cuenta que no es lo mismo un adulto que un niño, que a su vez es diferente a una niña, en función de las necesidades biológicas a cubrir) determina un valor de Canasta Básica Alimentaria específico para el hogar, en función de la edad y género de sus miembros, y ésta a su vez, mediante la aplicación de un coeficiente (específicamente, la inversa del Coeficiente de Engel), determinará un valor de la Canasta Básica Total. Para determinar si un hogar es pobre o no, bajo esta metodología, bastará con analizar si los ingresos totales de la familia alcanzan para cubrir la Canasta Básica Total, cuya valorización provee el INDEC por adulto equivalente, y será el múltiplo de ésta (acorde a la composición de adultos equivalentes que haya en el hogar) el que determinará si el mismo es pobre. Una vez obtenido el número de personas u hogares pobres, es relativamente simple obtener la incidencia en relación al porcentaje de habitantes de un determinado aglomerado urbano. El punto central ahora es, ¿qué sucede si hay una porción elevada de familias que no reportan sus ingresos, o que simplemente los reportan como cero al momento de completar la encuesta?
Supongamos, por ejemplo, que una de cada tres familias figuren en la encuesta reportando que el total de sus ingresos son nulos. ¿Qué implica esto? Cuando las contabilicemos para determinar si son pobres o no, al ser sus ingresos reportados cero, quedarán identificadas para la estadística como pobres. Simplemente por no figurar sus ingresos. Esto claramente no será una representación adecuada de la realidad, que es lo que en última instancia se pretende al realizar una encuesta a una muestra de la población. Asimismo, aun cuando uno pueda hacer algún supuesto de imputación de ingresos a los no respondentes, se habrá resignado gran parte del poder informativo que se pretende de una encuesta de condiciones de vida como lo es la EPH.