Las elecciones de octubre y el gradualismo

La rápida y exitosa salida del cepo cambiario y del default de la deuda, apuró los tiempos para definir cuál sería la estrategia más adecuada para enfrentar los desequilibrios de precios relativos heredados del kirchnerismo.

El debate dentro del gobierno se planteó en términos de optar entre dos estrategias para enfrentar las distorsiones heredadas: gradualismo versus shock. La propuesta del gradualismo depende del acceso al mercado financiero internacional y el planteo del shock está asociada con la tensión social y política que genera.

Frente a estas dos opciones Macri decidió descartar el shock de ajuste por su impacto negativo en las elecciones de medio término y optó por el gradualismo fiscal.

El comportamiento del peronismo como partido opositor en las dos oportunidades en las que le tocó actuar (con Alfonsín y con de la Rúa) contribuyó a desestabilizar las instituciones y a provocar la salida anticipada de los gobiernos no peronistas. El temor a que el peronismo combativo vuelva a ser gobierno se mantuvo adormecido en los primeros 18 meses del gobierno de Macri.

Pero en los 30 días previos a las PASO se enrareció el clima político porque fue debilitándose en los círculos del poder económico y de los analistas políticos la hipótesis de un empate técnico en las PASO de la Provincia de Buenos Aires y comenzó a cobrar fuerza la hipótesis de que podía triunfar Cristina Fernández de Kirchner.

Los operadores que en los primeros seis meses del 2017 estaban apostando al peso y a las tasas de interés domésticas, replantearon su cartera de inversiones y apostaron nuevamente al dólar, aumentando la salida de capitales y la volatilidad cambiaria. Las devaluaciones del dólar a su vez estimularon crecientes expectativas inflacionarias y recesivas.

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El concluyente triunfo de Macri en las PASO, en un contexto pre-electoral de una potencial corrida cambiaria y aumento de la tasa de interés, fue una verdadera y total sorpresa para los operadores económicos y para el gobierno.

Ni uno ni otro esperaban un triunfo tan contundente. Fue este resultado electoral el que frenó la corrida cambiaria mucho más que la política de tasas de interés. En el primer lunes posterior a las elecciones la cotización del dólar comenzó a bajar y el BCRA a incrementar nuevamente sus reservas, tal como ha ocurrido en repetidas oportunidades en los últimos setenta años.

Al mismo tiempo que se restablecía la estabilidad cambiaria comenzaron a aparecer indicadores de actividad productiva, de inflación, empleo, salario real y recaudación impositiva favorables para el gobierno. Este escenario previo propicio para el gobierno en las elecciones del mes de octubre es muy distinto y opuesto al escenario negativo pre-electoral de las PASO.

En efecto, para las PASO el tema económico era soslayado por el gobierno. En cambio, el escenario para octubre descansa más en la estabilidad cambiaria y en claros indicadores de reactivación económica. Esta nueva realidad económica está alimentando las expectativas de un triunfo electoral más contundente en octubre que el de las PASO en agosto. Este clima pre-electoral favorable para el gobierno sugiere que el gradualismo fue una decisión acertada.

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¿Si se cumple el pronóstico de un triunfo electoral en octubre más contundente que el de las elecciones de agosto, estará Macri dispuesto a un shock de ajuste fiscal estructural inmediatamente después de las elecciones de octubre? ¿O se inclinará nuevamente por el gradualismo postergando los cambios estructurales para después de las elecciones presidenciales del 2019?

El contundente triunfo electoral en octubre inducirá a Macri a no modificar el modelo gradualista que tan buenos resultados le dio; es decir, porque cambiar lo que demuestra ser exitoso. Pero esta vez el gradualismo fiscal tendrá lugar en un contexto de crecimiento del 3% anual para asegurar el triunfo electoral en el 2019.

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Para lograr estos objetivos se requiere tener un amplio acceso al mercado financiero internacional. La tesis del gobierno es que ese acceso se verá facilitado porque entran a jugar los siguientes factores:

1. Macri heredó del kirchnerismo un bajo nivel de deuda externa pública, aunque en default. Después de emitir para pagar las sentencias y salir del default, el ratio de deuda pública neta de ANSES y BCRA era de 27% del PBI. Para fines del 2017 aumentará al 32% y podría llegar a 40% a fines del 2019. Estos niveles de endeudamiento todavía estarían por debajo del promedio en comparaciones internacionales.

2. El triunfo electoral que se espera en octubre favorecerá la credibilidad de Macri y su acceso a los mercados financieros internacionales en el 2018.

3. Por la misma razón, si las encuestas previas a las elecciones presidenciales del 2019 convalidan las expectativas de un nuevo triunfo del gobierno, mantiene su capacidad de acceso al crédito externo.

El planteo del gradualismo como eje central de la estrategia electoral deja sin resolver dos asignaturas estructurales pendientes. La primera asignatura es la que acabamos de analizar sobre un modelo de crecimiento que depende del financiamiento internacional. El enfoque gradual deberá enfrentar un déficit fiscal (incluyendo intereses de la deuda) supuestamente algo inferior al actual de 6% del PBI, y del 7% si incluimos las provincias.

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La segunda asignatura pendiente es superar la histórica restricción externa al crecimiento. El superávit comercial externo acumulado en el periodo 2004/2012 fue de 110.000 millones de dólares empujados por un aumento del 75% en el precio internacional de la soja y por el cambio tecnológico y la expansión de la frontera cerealera. La producción de cereales y oleaginosas pasó de 46 millones de toneladas promediando la década del ´90, a 136 millones de toneladas en el 2017.

En los últimos 5 años (2013/2017) el superávit comercial externo prácticamente desapareció dado que el superávit acumulado se redujo a 1.200 millones de dólares. Las exportaciones cayeron de un pico en el 2011 de 83.000 millones de dólares, a 60.000 millones en el 2017.

Para el 2017 esperamos un déficit comercial externo de 5.700 millones de dólares y un déficit en cuenta corriente de 17.000 millones de dólares (2.8% del PBI). Dado que la elasticidad-ingreso de las importaciones es superior al de las exportaciones un crecimiento sostenido al 3% anual va a conducir en el 2018/19 a cifras más elevadas de desequilibrio externo. Estos desequilibrios, en un contexto de credibilidad, se financiarían con ingresos de capitales privados y con endeudamiento del gobierno en los mercados financieros internacionales.

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En síntesis, un triunfo electoral del gobierno en las elecciones de octubre sería más decisivo que el de las recientes PASO de agosto. Este triunfo favorecerá en el 2018/2019 la credibilidad del gobierno para financiar con endeudamiento externo el crecimiento al 3% anual, al mismo tiempo que el enfoque gradualista posterga para el próximo gobierno los cambios estructurales. Las expectativas de un nuevo triunfo en las elecciones presidenciales del 2019 y el intento de lograr la mayoría en el futuro Congreso Nacional pasarán a ser las prioridades del gobierno, prioridades que se verán facilitadas por un peronismo en ebullición auto destructivo.

Fuente: Econométrica

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