La Unión Europea y América Latina y el Caribe Estrategias convergentes y sostenibles ante la coyuntura global

En general, las perspectivas de crecimiento se han visto
beneficiadas por un entorno económico y financiero global
relativamente favorable, mientras que persiste una serie de
riesgos de origen geopolítico. A nivel global, a finales de 2017
las señales apuntan a mayores ritmos de crecimiento del
producto y del comercio, aunque con tasas más bien bajas
para un período de recuperación, lo que se combina con
una fuerte incertidumbre sobre la solidez de este repunte,
que influye en el comportamiento de los mercados y las
preocupaciones de los encargados de tomar decisiones, en
particular en las áreas macroeconómicas.
■ En América Latina y el Caribe también hay indicios de
aceleración del crecimiento, aunque con tasas agregadas
muy bajas en términos históricos. Una vez más hay que
resaltar la heterogeneidad entre países. Mientras la gran
mayoría de las economías está creciendo —algunas incluso
a tasas superiores al 5%—, los malos resultados agregados
se explican por tres economías: las de Argentina, el Brasil
y Venezuela (República Bolivariana de); sin embargo, en
los primeros dos casos hay señales de recuperación que
podrían acentuarse en 2018.
■ Tales previsiones se formulan en un contexto incierto. Por
un lado, no está claro el impacto sobre el crecimiento de
los cambios políticos que se produjeron en la región en el
bienio pasado, que han aumentado el peso de gobiernos
más favorables a la economía de mercado y a una inserción
internacional congruente con el patrón dominante. Este hecho
se ha traducido en cambios en la estrategia de relaciones
económicas internacionales (Argentina) y en fuertes
reformas internas, como las que se observan en el Brasil en
las áreas fiscal, laboral y de privatizaciones. Por otra parte,
se modifica la estrategia comercial de los Estados Unidos,
que pasa de un apoyo e impulso a la globalización sobre
la base de negociaciones multilaterales a una orientación
más centrada en la preeminencia nacional (America First, los
Estados Unidos ante todo) y en el abandono de megaacuerdos
como el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) o la
renegociación desde posiciones de fuerza de acuerdos de
menor alcance geográfico como el Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN). Estos cambios aumentan
la incertidumbre para la inversión extranjera directa en
plataformas de exportación, fenómeno ya patente en el
caso de México, con posibles efectos sobre acuerdos que
tuvieron como base el TLCAN (como el Tratado de Libre
Comercio entre República Dominicana, Centroamérica y
los Estados Unidos y los acuerdos bilaterales con países
como Chile, Colombia y el Perú).

Fuente: CEPAL

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