El turismo interior en temporada invernal es uno de los principales motores de numerosas economías regionales. Entre los factores que influyen sobre los flujos turísticos en el corto plazo, se destaca en primer lugar la relación entre precios internos y salarios. También tiene incidencia la tasa de interés y el tipo de cambio, aunque de manera secundaria.
Por un lado, se profundiza la pérdida de poder adquisitivo del año 2016. A partir de paritarias salariales fijadas en función de una meta de improbable cumplimiento, se espera un segundo año de salarios reales a la baja. Eso conlleva una actitud más conservadora en muchas familias a la hora de tomar la decisión de “salir de vacaciones de invierno”.
En los estratos más altos, por su parte, tuvo relevancia la apreciación cambiaria de 2016 y la primera parte de 2017, oficiando de incentivo para el turismo invernal fronteras afuera. La reciente escalada del dólar no necesariamente atenúa esta “fuga turística” ya que la mayor porción de estos paquetes turísticos se adquiere con antelación.
Para refrendar las presunciones teóricas, en el presente documento se realiza un tratamiento empírico, a partir de un relevamiento de precios, utilización de servicios hoteleros y nivel actividad en los principales centros turísticos locales.
Los resultados marcan una reducción en la ocupación hotelera de 25 puntos porcentuales respecto al pico del invierno del año 2015.
Asimismo, más del 20% de los establecimientos hoteleros cerraron o piensan hacerlo. Si se adicional aquellos que decidieron abrir sólo en temporada, acumulan más del 50%.
Este escenario determinó la reducción de los márgenes empresarios del sector del 40% de la facturación total al 20% en menos de dos años.
En cuanto al nivel de actividad, el turismo social, típico de jubilados y colectivos de estratos medios/bajos, disminuyó un 30% respecto a 2015. Las previsiones más pesimistas marcan que, a nivel general, la actividad turística este invierno se reduzca hasta un 10% respecto al año pasado.
En cuanto a los costos de las vacaciones de inverno, los precios de productos por separado presentan una alta dispersión, con incrementos que van desde el 55% al 100%.
Más aún, en una apertura por nicho de poder adquisitivo, las canastas de vacaciones más “austeras” son las que más aumentaron.
Con todo, la canasta turística promedio, presenta un incremento del 70% acumulado respecto a 2015.