Las pérdidas brutas podrían alcanzar los 111 mil millones de dólares en Texas y 52 mil millones de dólares en Florida
Sin embargo, el impacto económico neto será moderado una vez finalizada la reconstrucción
El desarrollo urbanístico excesivo y el rápido crecimiento de la población en las zonas costeras bajas aumentan las posibilidades de desastre
El mayor desafío para Houston es mantener su atractivo a largo plazo
Efectos económicos
Las pérdidas brutas por desastres naturales pueden dividirse en pérdidas de valor del stock de capital y pérdidas de flujos de inversión a corto plazo. Las pérdidas netas tienen en cuenta las ganancias derivadas de la actividad de reconstrucción. En cuando al valor añadido, la destrucción del stock de capital (viviendas, propiedades comerciales, infraestructuras e inventarios) no reduce por sí misma el nivel de producción o los ingresos actuales. Sin embargo, sí reduce la riqueza, el valor de los servicios del stock de capital y los ingresos fiscales, principalmente los impuestos sobre los bienes inmuebles. Esto a su vez provoca una disminución de los ingresos, el consumo, el comercio y la inversión, lo que reduce el nivel de actividad económica, sobre todo a corto plazo. Mientras tanto, la reducción inmediata de los flujos de inversión a corto plazo disminuye el nivel de actividad económica debido a que se trabajan menos horas, se reducen los ingresos, las ventas, la producción, los ingresos fiscales y el comercio. Además, el impacto negativo total se incrementa dado que las consecuencias directas también tienen efectos secundarios en diferentes sectores. El impacto negativo suele ser grande al principio, pero a medida que las condiciones se normalizan, la actividad económica se ve afectada positivamente, siempre que estén disponibles seguros y fondos de asistencia. En cualquier caso, las zonas afectadas se enfrentarán al reto de mantener su atractivo económico a largo plazo, ya que los devastadores desastres climáticos pueden obligar a la población a marcharse y disuadir tanto a la inversión como a la migración futura, reduciendo con ello su potencial económico. Por ejemplo, tras el huracán Katrina en 2005, los empleos no agrícolas de Nueva Orleans disminuyeron en casi 200 000 puestos y, después de 12 años, los salarios siguen siendo un 7% inferiores a los de antes de la tormenta. El Programa Nacional de Seguro por Inundaciones (FEMA) y los programas federales y estatales de socorro ayudan a reconstruir, reparar, renovar y restaurar el stock de capital dañado. Por lo tanto, el coste económico neto terminará siendo considerablemente inferior una vez que la actividad de reconstrucción compense el valor añadido perdido. Tampoco sorprende que la mayoría de los estudios que se centran en los efectos económicos netos de los desastres naturales – excluyendo el valor perdido del stock de capital – suelan llegar a cifras relativamente bajas, una vez que se tienen en cuenta tanto los efectivos negativos como positivos. Estos resultados son coherentes con nuestros análisis sobre los efectos de las grandes tormentas en la actividad económica a nivel estatal y nacional, según los cuales los efectos negativos de las tormentas disminuyen y se invierten en un plazo de entre 12 y 18 meses. Sin embargo, la sustitución total de los activos de capital podría no producirse nunca y puede que la recuperación tenga lugar durante un período de tiempo más largo de lo inicialmente esperado. De hecho, una gran parte de los bienes perdidos, en particular por los hogares y las pequeñas empresas, no estarán cubiertos por pólizas de seguro. Por este motivo, las ayudas federales y estatales se vuelven tan relevantes, especialmente en casos de inundaciones graves. Después de los desastres naturales, el gobierno desempeña un papel esencial no solo manteniendo la estabilidad social, sino también cubriendo la mayoría de las pérdidas no aseguradas y apoyando una recuperación sostenible. Esto explica el motivo por el que el 8 de septiembre, la Casa Blanca y el Congreso destinaron 15.250 millones de dólares a partidas suplementarias contra los desastres para el Departamento de Seguridad Nacional, el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano y el Organismo Federal de Ayuda a la Pequeña Empresa. No obstante, si bien estas medidas son positivas para la reconstrucción, este tipo de respuesta también podría alentar problemas de selección adversa y riesgo moral.