En la última década, se ha observado en América Latina y el Caribe un creciente interés por conformar una nueva ecuación entre el Estado, el mercado y la sociedad. La intención es abrir espacios para que los Gobiernos desempeñen un papel más decidido en la promoción del desarrollo económico y social y, al mismo tiempo, fomentar una participación más activa del sector privado y la sociedad en general. Los acuerdos y las acciones conjuntas entre estos actores son clave en el nuevo modelo. De esa manera, el Estado formula e implementa acciones que se han debatido y concertado con el sector privado. Al mismo tiempo, este no se convierte en un receptor pasivo de ayuda pública, sino en un actor activo y directamente responsable en las nuevas estrategias. La crisis fnanciera internacional de 2008-2009 marcó un punto de infexión al abrir espacios de debate que se consideraban anatema según el modelo predominante de desarrollo, en particular en materia de aceptación de políticas industriales, orientación de las políticas macroeconómicas al crecimiento y no solo a la estabilidad nominal, y formulación de políticas en favor de la igualdad con base en derechos (CEPAL, 2012). Un Estado más activo debe ir acompañado de la articulación de las políticas públicas en los diversos ámbitos: macroeconómico, de desarrollo industrial, ambiental y social, entre otros (CEPAL, 2012).
El fortalecimiento de las cadenas de valor, mediante la metodología participativa desarrollada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (Padilla Pérez y Oddone, 2016), es un instrumento útil para avanzar hacia una nueva ecuación entre el Estado, el mercado y la sociedad, en torno a productos y territorios específcos. Esta metodología apoya los procesos de transformación productiva en curso en la región. En primer lugar, al seguir un enfoque a nivel micro, centrado en los actores que componen los eslabones de la cadena de valor, así como en las relaciones entre ellos, es posible defnir restricciones y formular estrategias focalizadas. De ese modo, la metodología resulta útil para el diseño de estrategias públicas específicas y proporciona elementos con miras a una acción pública más decidida. En segundo lugar, comprende el análisis de las instituciones y organizaciones públicas que regulan y apoyan la cadena, por lo que permite la coordinación de los diversos instrumentos dirigidos a su fortalecimiento en diversas áreas, como la formación de recursos humanos, la promoción de la innovación, la comercialización, el acceso a nuevos mercados y la protección del medio ambiente. En tercer lugar, un pilar central de la metodología es la participación activa del sector público, los actores de la cadena y los organismos de apoyo (asociaciones empresariales, universidades y proveedores de servicios especializados, entre otros) en todas las etapas del proceso mediante mesas de diálogo, grupos de discusión y un involucramiento activo en la ejecución de cada etapa. La construcción de espacios de diálogo permite la formulación de acuerdos entre actores públicos y privados, pero también dentro de los sectores público y privado. En este libro se sintetiza la experiencia de la CEPAL en los procesos de diagnóstico y formulación de estrategias orientadas al fortalecimiento de ocho cadenas de valor rurales en México, varios países de Centroamérica y la República Dominicana. El apoyo a estas cadenas fue posible gracias al fnanciamiento del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), en el marco del proyecto conjunto de la CEPAL y el FIDA denominado “Crecimiento inclusivo, política industrial rural y cadenas de valor participativas en América Latina y el Caribe”. El objetivo general del proyecto consistía en reforzar la participación de pequeños productores, empresas y organizaciones en las cadenas de valor rurales de la región. De manera más específca, se perseguían las siguientes metas: i) generar estrategias dirigidas al fortalecimiento de las cadenas de valor, mediante procesos de diálogo, con miras a incrementar los ingresos de los actores de la cadena, en particular de los pequeños productores; ii) fortalecer la capacidad de formular políticas industriales rurales, de manera que permita cerrar las brechas de productividad e ingresos que enfrentan los pequeños productores, y iii) desarrollar metodologías participativas y herramientas analíticas que permitan formular estrategias público-privadas. En anteriores procesos de fortalecimiento de las cadenas de valor promovidos por la CEPAL, la selección de cadenas no se limitó a sectores o territorios específcos (Padilla Pérez, 2014; Stumpo y Rivas, 2013). En esta ocasión, al tratarse de una iniciativa conjunta con el FIDA, se buscó que las cadenas tuvieran un componente rural signifcativo. Desde una perspectiva económica o sectorial, la agricultura, la ganadería, la pesca, la acuicultura y la silvicultura son las actividades centrales de las áreas rurales. No obstante, su participación en el producto interno bruto (PIB) y el empleo rural ha disminuido en los últimos años, con la creciente contribución de las manufacturas y los servicios (Weller, 2016). Con base en criterios demográfcos, las poblaciones rurales se caracterizan por una baja densidad poblacional, por tener un acceso reducido a infraestructura y servicios básicos, y por estar comúnmente alejadas de los centros urbanos3 . Un tercer criterio es el territorial, en el que el espacio rural puede entenderse bajo una lógica de localización de los procesos económicos y sociales, cuyo eje articulador es el espacio geográfco (Padilla Pérez y Quiroz, 2017). En este sentido, con los estudios de cadenas de valor desarrollados se busca disminuir asimetrías y generar una calidad de vida territorial con igualdad de derechos. En el proyecto de la CEPAL y el FIDA se adoptó una defnición amplia del espacio rural, que combina criterios económicos, demográficos y territoriales, de manera que incluye, además de las actividades primarias, la agroindustria, las artesanías y los servicios, como el turismo rural, que tienen lugar en territorios alejados de los centros urbanos y con baja densidad demográfca. La presente introducción está organizada de la siguiente manera: en primer lugar, se ofrece un resumen de la metodología encaminada al fortalecimiento de las cadenas de valor, desarrollada en la sede subregional de la CEPAL en México. Como resultado del proyecto de la CEPAL y el FIDA y de experiencias anteriores, se elaboró un manual que se puede consultar en español, francés e inglés para obtener mayores detalles sobre la metodología (Padilla Pérez y Oddone, 2016). En segundo lugar, se presentan los criterios utilizados para la selección de los países y las cadenas, que fueron apoyados como parte del proyecto. En tercer lugar, se hace una breve introducción de cada una de las ocho cadenas que se reseñan en este libro.