Tras dos años de contracción del producto regional, acompañada de un fuerte aumento del desempleo,
en 2017 se produjo la transición hacia una fase de crecimiento económico positivo, aunque moderado.
En el ámbito laboral, el crecimiento económico del 1,3% conllevó una leve aceleración de la generación
de empleo asalariado y supuso el fn del descenso de la tasa de ocupación urbana observado a lo
largo de tres años consecutivos (de 2014 a 2016). Sin embargo, la generación de empleo no fue
sufciente para revertir el aumento de la tasa de desempleo abierto urbana, que, después de acumular
un aumento de 2,0 puntos porcentuales durante los dos años anteriores, volvió a incrementarse, si
bien de manera más moderada, en 0,4 puntos porcentuales. Con ello alcanzó un 9,3%, el nivel más
elevado desde 2005, lo que equivale a aproximadamente 23 millones de desempleados residentes en
las zonas urbanas de la región. A la exclusión social que supone este nivel de desempleo, se sumó
un nuevo deterioro de la calidad del empleo. En efecto, si bien la generación de empleo asalariado
registró una leve aceleración, el aumento del empleo formal fue débil y el trabajo por cuenta propia,
en general de peor calidad que el empleo asalariado, volvió a incrementarse en mayor medida.
No obstante, la tendencia observada en la evolución de diversas variables laborales es
más favorable que en años anteriores, en que el deterioro fue más pronunciado. Por ejemplo, se
registró un repunte en la generación de empleo manufacturero a nivel regional, un sector en que,
habitualmente, el empleo es de mejor calidad. Por otra parte, destaca el hecho de que, a pesar del
contexto económico poco favorable de los últimos años, en general, los salarios reales del sector
formal se mantuvieron estables o registraron modestos incrementos, lo que contribuyó a estabilizar
el consumo de los hogares —que representa el mayor componente de la demanda agregada—,
y esto, a su vez, representó un aporte importante para la reactivación del crecimiento económico.
En la segunda parte de este informe se analiza la magnitud y las características de la inserción
de las personas mayores en los mercados laborales de América Latina, un tema de creciente
importancia. Para hacer frente a los procesos de envejecimiento y sus efectos sobre la sostenibilidad
de los sistemas de pensiones, muchos países desarrollados revirtieron las políticas implementadas
en el pasado, aumentando la edad de jubilación y reduciendo las opciones de jubilación anticipada.
A la vez, una proporción cada vez mayor de personas, sobre todo de nivel educativo elevado,
prefere mantenerse vinculada al mercado laboral, generalmente porque siente que puede seguir
contribuyendo de manera relevante a la sociedad y que sus condiciones de salud física y mental le
permiten continuar ejerciendo una actividad laboral más allá de la edad normal o legal de jubilación
que establecen los sistemas de seguridad social.
La situación es muy diferente en América Latina, pues, en esta región, la principal razón por
la que las personas mayores se mantienen activas en el mercado laboral más allá de la edad de
jubilación es la falta de ingresos, sobre todo en el caso de las mujeres. Últimamente, en muchos países se han producido notables avances en lo que respecta a la ampliación de la cobertura de
los sistemas de pensiones contributivos y la creación o extensión de sistemas no contributivos. Sin
embargo, de los datos de ocho países de la región se desprende, por ejemplo, que, en promedio,
un 57,7% de las personas de entre 65 y 69 años y un 51,8% de las personas de 70 años y más
todavía no perciben una pensión de un sistema contributivo, y estas tasas son aún más elevadas
en el caso de las mujeres. Esta situación obliga a muchas personas mayores a trabajar, por lo que
la tasa de ocupación para el conjunto de las personas de 60 años y más alcanza el 35,4%, y es aún
bastante alta en los grupos etarios que ya han superado la edad legal de jubilación: un 39,3% en
el grupo de 65 a 69 años y un 20,4% en el de 70 años y más. Las tasas son más elevadas en los
países en que la cobertura de los sistemas contributivos de pensiones es escasa.
Entre las actividades generadoras de ingresos que realizan las personas mayores que siguen
activas, destaca el trabajo por cuenta propia. Esto puede ser consecuencia tanto de la discriminación
que obstaculiza el acceso por parte de las personas mayores a un empleo asalariado como del deseo
de estas personas de trabajar de manera independiente, aprovechando las cualifcaciones adquiridas
a lo largo de su vida laboral para hacerlo en condiciones que permitan una mayor fexibilidad a la
hora de organizar sus actividades laborales y de la vida diaria. Como muestra el estudio, una elevada
proporción de las personas mayores ocupadas se desempeña en la agricultura, lo que podría refejar
la falta de cobertura de los sistemas de pensiones en el caso de los trabajadores agrícolas, así como
algunos aspectos característicos de la agricultura familiar. Cabe señalar que, al igual que en los
países desarrollados, en la región hay personas mayores, sobre todo de nivel educativo elevado,
que siguen vinculadas al mercado laboral por elección propia, incluso percibiendo una pensión.
Al fnal del informe se pone de relieve el desafío de ampliar la cobertura de los sistemas de
pensiones y complementarlos con pensiones no contributivas, a fn de reducir la presión a la que se
ven sometidas las personas mayores, que las obliga a seguir trabajando, generalmente en empleos
de baja productividad, a fn de poder contar con medios mínimos de subsistencia a una edad
en que las sociedades deberían garantizarles las condiciones para disfrutar de una vejez digna.
Por otra parte, muchos países latinoamericanos están experimentando un proceso acelerado de
envejecimiento, lo que exige analizar las condiciones y el fnanciamiento necesarios para contar
con sistemas de pensiones inclusivos y sostenibles. Es fundamental aplicar políticas que garanticen
condiciones laborales adecuadas a aquellas personas mayores que preferan seguir trabajando
más allá de la edad de jubilación, sin castigarlas respecto de los derechos que han adquirido a lo
largo de su vida laboral y en condiciones fexibles, por ejemplo, mediante el trabajo a tiempo parcial.
En 2018, la región atraviesa una fase de modesta recuperación económica. Se estima que el
crecimiento alcanzará el 2,2%, en comparación con el 1,3% de 2017. En este contexto, se proyecta
un leve aumento de la tasa de ocupación regional, lo que podría provocar un ligero descenso de
la tasa de desempleo urbano —que se situaría en cerca del 9%—, el primero registrado desde
2014. Esta evolución del empleo, junto con el aumento moderado de los salarios reales, ayudaría
a fortalecer el poder de compra de los hogares y contribuiría, de esta manera, a estabilizar la
reactivación económica.