El salto del dólar reconfigura el panorama de la economía
local. Tras la suba de la moneda estadounidense se espera una
fuerte presión inflacionaria que termine impactando
negativamente en la producción y en el poder adquisitivo de
la población. En lo que va del año, el dólar presentó una
significativa suba del 33% y, desde los primeros días de mayo,
trepó más de un 20%. Si se tiene en cuenta que en el primer
cuatrimestre los precios ya subieron un 9,6%, se espera que
2018 termine con una inflación del 25 al 30%. Las
consecuencias de otro año con inflación elevada serán muy
negativas para sectores que ya vienen en crisis. Habrá más
estancamiento económico y social.
El precio del dólar no es una variable más de la economía sino
todo lo contrario, es determinante del nivel de variación de los
precios internos, con impacto en la producción, la distribución
del ingreso y el empleo. Cuando se produce una devaluación o
depreciación del peso, en un contexto dado como el actual, la
traslación a los precios locales está casi asegurada. Por este
motivo, el precio del dólar es monitoreado permanentemente
por quienes manejan la política económica y monetaria. Si se
produce el efecto señalado, tendrá lugar una enorme
transferencia de riqueza de los sectores populares a los más
concentrados de la economía.
Las razones de este fenómeno económico son múltiples y
heterogéneas y van desde cuestiones históricos culturales a
la propia estructura de la economía argentina, a tal punto que
muchos analistas se preguntan porque una depreciación de
las monedas en los países vecinos, como Brasil, no produce
los mismos efectos.
En el plano histórico, no hace falta mucho análisis para
comprender las idas y vueltas del dólar que han marcado la
conducta de la gente y los empresarios. Devaluaciones
bruscas, confiscaciones de ahorros, bonos compulsivos,
escases de mercaderías y falta de precios de referencia con
imposibilidad de reponer los productos vendidos un costo
razonable, han sido parte de un pasado no tan lejano, dejando
una huella, un acto reflejo en la conducta de industriales y
comerciantes. Después de la caída de la convertibilidad y la
gran devaluación del peso, del 200%, los precios internos
subieron en menor proporción porque la economía atravesaba
una profundan recesión, con desocupación del 25% y un uso
de la capacidad instalada en mínimos históricos. Hoy el
margen es distinto, lo que acelera la traslación.
Respecto dela cuestión estructural, la economía argentina se
caracterizad por tener un peso relativo en el comercio exterior
muy volcado a la venta de productos alimenticios (sector
agropecuario) cuyo precio se determina internacionalmente.