“El nivel de actividad se recupera vía endeudamiento del sector público. Interrogantes sobre el bajo crecimiento del empleo formal (corto plazo) y la sustentabilidad macro (mediano plazo)”
ECONOMIA INTERNACIONAL
El crecimiento mundial sigue anémico y el comercio mundial –por años creciendo por encima del PBI Mundial- no recupera los niveles pre-crisis 2008. Recién en 2017 se observa un leve repunte del comercio internacional en algunos países. Siguió creciendo en Asia, EE.UU y Europa, mientras que se retrajo fuerte en Latinoamérica y en otras economías especializadas en exportar commodities. EE.UU. sale de la contracción (2009) a partir de política monetaria expansiva inédita, y junto a Europa y Japón se recuperan, pero a tasas cercanas al 2%. En la nueva era Trump, las acciones norteamericanas subieron 13% en el año anticipándose a un nuevo ciclo de crecimiento liderado por la baja de impuestos a las ganancias y la expansión del gasto militar. En Europa, la leve recuperación económica provino de una mayor contribución del comercio exterior y la tímida creación del empleo. España crece de la mano de sus exportaciones y el consumo interno. Leve recuperación de Italia y una Grecia que no se recupera. La fuerte caída de la tasa de interés post-crisis financiera 2008 alentó el endeudamiento de los países emergentes. Ante el deterioro de las cuentas externas (caída precios commodities y menor comercio) y fiscales (reducción ingresos derivados de los productos exportables y menor nivel de actividad interno), la deuda externa permitió amortiguar el impacto de la caída. Los países emergentes registran una fuerte desaceleración en su crecimiento, diferenciado por regiones. Asia sigue liderando pero a tasas más bajas que en años anteriores. Latinoamérica es la región más afectada por el efecto de la caída en los precios de sus exportaciones. En 2017 se espera un recuperación lenta de la mano de Argentina y Brasil. Latinoamérica sigue “aprovechando” la elevada liquidez mundial para financiar su creciente déficit de cuenta corriente. Argentina como principal emisor de deuda de emergentes entre 2016-2017, con gran exposición en moneda extranjera. La desaceleración china a partir de 2011 llegó para quedarse. Las “tasas chinas” ya son historia y la “nueva normalidad” se consolida a niveles del 6% anual. Por la crisis internacional caen las Expo y el gobierno chino decide bajar el ritmo de crecimiento, adaptándolo a los nuevos tiempos. La capacidad instalada industrial está sobreexpandida –por eso baja la inversión- y el consumo real crece a tasas mayores. El ajuste fiscal en Brasil -que comenzó en 2013- forzó una recesión económica que determinó un alto desempleo (pasó del 7% en 2012 al 13% en 2017). Después de 4 años de caída y estancamiento, Brasil apenas elevara su PBI un 0,3% este año, gracias a mayores exportaciones y una leve recuperación del salario real de los empleados registrados (+2,5%) que estimula el consumo privado (+0,7%). En su relación comercial con Argentina, a partir de 2016, comienza un notorio crecimiento del déficit comercial que en 2017 se refuerza porque nuestras exportaciones no se recuperan y sumamos mayores importaciones brasileñas. Así, el preocupante déficit comercial (aumentó un 75%) ya empieza a rozar los U$S 500 millones mensuales, y podría alcanzar los U$S 7.200 millones a fin de año.
ECONOMIA ARGENTINA
Después de la recesión del año 2016, se observa que la recuperación de los últimos meses (1,6% entre enero y junio) se caracteriza por ser una salida más lenta que las experimentadas por la economía argentina en 2013 y 2015 y no impacta fuertemente sobre los indicadores de empleo, salarios y distribución del ingreso. Paradójicamente, el rebote actual no provino de una lluvia de inversiones privadas sino que lo impulsa principalmente el gobierno mediante transferencias a las provincias (+25%), inversión pública (1%), gasto social (+7% mayoritariamente sobre jubilaciones y programas sociales) y créditos al consumo (ARGENTA) e hipotecarios (banca pública) que alientan la construcción privada y la venta de inmuebles. Por su parte, el consumo de durables (autos, motos e inmuebles) también se recupera más por créditos de la banca pública y privada, que por mejoras en los ingresos familiares. Cabe destacar que la mejora en el nivel de actividad no se emparenta de igual modo sobre el nivel de empleo, que continúa prácticamente en niveles del 2016, pero consolidándose un sendero de mayor precarización y salarios que apenas recuperan parte de la caída salarial del 2016. Se observa en los últimos meses poca dinámica en la creación de trabajo asalariado privado formal (mejores salarios) y recuperación de empleos de mayor grado de informalidad, menor calificación y bajos salarios como los ligados al monotributo y a la construcción. Por el contrario, el sector que más empleo perdió fue el industrial, que generalmente tiene mayor calificación, especialización, formalidad y mejores remuneraciones. Respecto al consumo en general, se observan todavía caídas de las ventas minoristas totales (-2,3%) y también en supermercados. Este indicador revela que si bien existen bienes –en particular durables e inmuebles- cuyas ventas se están recuperando, la leve suba de los salarios reales del sector privado formal (1%), determina caídas del consumo masivo. Se verifica entonces un comportamiento heterogéneo del consumo, cuyas subas se apalancan más en el crédito que en los ingresos de las familias. Hacia fines de septiembre el saldo de préstamos personales ascendió a $ 311.686 millones para el total acumulado y tuvo un crecimiento interanual del 57% Aquí encontramos una segunda paradoja del modelo económico, ya que hoy sí los argentinos vivimos por arriba de nuestras posibilidades: suplimos la caída del poder de compra de los ingresos familiares con mayor endeudamiento. En efecto, el crédito al consumo (tarjeta de crédito) y para bienes durables e inmuebles (personales, prendarios e hipotecarios) dinamizan las ventas, pero llevan consigo el riesgo de convertir esas deudas en impagables, ya sea por las altísimas tasas de interés o vía créditos que ajustan por inflación, variable que sigue superando en la mayoría de los sectores a los incrementos salariales. Este proceso de recuperación incipiente y heterogéneo, indujo un aumento de la inversión –crece 5,9% en el primer semestre- impulsada más por construcciones que por nueva capacidad productiva, cuya utilización se expandió sólo 3 pp (62% a 65,1% entre julio de 2016 y julio 2017). En los primeros seis meses del año, la construcción (+6,5%) se reaviva de la mano de la inversión pública y privada, siendo uno de los motores de la recuperación. En segundo lugar, crece el componente de maquinarias y equipos, aunque se destaca la fuerte suba de equipo de transporte importado. Sectorizada, la inversión se dirigió mayoritariamente a servicios públicos y comunicación, y muy poco al agro, actividad que no ha sido como esperaba el gobierno, motor de crecimiento. Por el lado de la industria, sólo la mitad de los rubros fabriles elevan su producción. De la caída del 2016, a partir de abril de 2017 la producción industrial se recupera alcanzando un 1,4% enero-agosto. Los sectores ligados a la competencia externa son los que más sufren (textil, marroquinería, papel, impresión).