La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe

En 2017 se profundizaron algunas tendencias en el escenario económico mundial
que han generado un clima de incertidumbre para las inversiones transfronterizas.
En particular, se confirmaron anuncios de posibles restricciones comerciales y
presiones para relocalizar la producción en los países desarrollados. Al mismo
tiempo, las autoridades de China han tomado medidas para restringir las salidas de
inversión extranjera directa (IED), a fin de ajustarlas al plan estratégico del país. A
estos elementos hay que sumar la expansión de las empresas digitales, que requieren
una menor inversión en activos tangibles para crecer a escala internacional y que
están fuertemente concentradas en los Estados Unidos y China, lo que disminuye
la necesidad de fusiones y adquisiciones transfronterizas.
Estos aspectos contribuyen a explicar la caída de la IED mundial en 2017, pese un
contexto internacional caracterizado por un mayor crecimiento de la economía mundial
(de un 3,2%), la elevada liquidez internacional, altos beneficios para las grandes empresas
y optimismo en los mercados financieros. En este contexto internacional, las corrientes
de IED en América Latina y el Caribe se redujeron por tercer año consecutivo en 2017,
hasta los 161.673 millones de dólares, cifra un 3,6% menos que la registrada el año
anterior y un 20% por debajo de lo recibido en 2011.
A medio plazo, esta caída continuada desde el año 2011 se puede explicar por el
descenso de los precios de los productos básicos de exportación, que ha reducido
significativamente las inversiones en las industrias extractivas, y por la recesión
económica de 2015 y 2016, concentrada principalmente en el Brasil. Estas dos
tendencias, sin embargo, se revirtieron parcialmente en 2017, cuando la región retomó
el crecimiento (1,3% del PIB) y se recuperaron los precios del petróleo y los metales.
Esta subida de precios hizo que aumentara la rentabilidad de la inversión, tras varios
años de disminución, lo que también fomentó la reinversión de utilidades, pero no
fue suficiente para lograr la recuperación de la IED en las industrias extractivas. En la
actualidad, en los países sobre los que se dispone de datos, las entradas de IED en el
sector primario alcanzan solo un tercio del nivel que presentaban en 2011 y 2012. Por
el contrario, las entradas en el sector de servicios se redujeron solo un 11%, y en la
manufactura se mantuvieron estables.
Mientras que en 2016 se registraron descensos en las entradas de IED en la gran
mayoría de los países de la región, en 2017 la IED se incrementó en la mayor parte de
ellos. La caída se concentró en el Brasil (en que la IED disminuyó un 9,7%), en Chile
(donde se redujo un 48,1%) y, en menor medida, en México (véase el gráfico 1).
En Centroamérica, la IED se elevó por octavo año consecutivo y destaca especialmente
la subida en el caso de Panamá, que alcanzó los 6.066 millones de dólares. El alza
del consumo generó un aumento de las inversiones en servicios, se llevaron a cabo
nuevos proyectos relacionados con las energías renovables y las manufacturas para la
exportación mostraron su competitividad, al incrementar la inversión recibida.
En el Caribe, los flujos crecieron un 20%, hasta alcanzar los 5.835 millones de
dólares, y más de la mitad de esta cifra se dirigió a la República Dominicana. En los
países del Caribe ha sido muy importante el incremento de las inversiones en el sector
turístico, pero la inversión también ha aumentado en el sector de los recursos naturales
en Guyana y Jamaica.

Fuente: CEPAL

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