Al superar a los desbalances de los años 1994 y
1998, el déficit comercial actual ya es el más
grande de la historia económica argentina.
El patrón de crecimiento actual se erige sobre desbalances
macroeconómicos severos. Su principal síntoma se expresa en
un creciente deterioro comercial y de cuenta corriente, que se
financia con deuda e ingreso de capitales especulativos.
Si bien se confirmó el martes el rebote del 3,6% en el nivel
general de actividad económica, este crecimiento se alimenta en
el frente externo a partir de flujos financieros de corto plazo en
vez de inversiones extranjeras directas de capitales productivos.
La apreciación cambiaria espuria de buena parte del último
bienio, abarató las importaciones manera ficticia. El costo de
ese proceso espurio fue la abrupta devaluación del 50% en el
último semestre, la cual ya se está transmitiendo a precios.
Como consecuencia de esto, además de la decisión de
flexibilizar la administración selectiva de permisos de
importaciones en industrias sensibles, el resultado sigue siendo
un franco deterioro en materia comercial.
En el presente documento buscamos cuantificar la situación
comercial, en materia de importaciones y exportaciones de
bienes, a partir de los datos relativos al Intercambio Comercial
Argentino, publicados por el Indec.
En una primera mirada, se tiene un nivel de importaciones
agregadas creciendo de manera exorbitante en los primeros 5
meses del año, en el orden del 17,9%. En su interior, se destacan
los bienes intermedios (+18,3%) y las piezas y partes (+20,3%).
Este fenómeno se presenta a pesar del encarecimiento de los
bienes que nuestro país compra en el exterior. En lo que va del
año aumentaron el precio de las importaciones subió casi un
1,8% promedio. Este fenómeno, reproduce la tendencia de 2017
(+4,5%) donde, a pesar de precios más altos, se importó más.
Por su parte, industrias sensibles siguen soportando ingreso de
productos del exterior, poniendo en riesgo la sustentabilidad de
la actividad interna –muchas veces, a precio de dumping.
Por caso, en los primeros cinco meses de 2018, las compras de
calzado subieron 7% en valores, mientras que los textiles trepan
por encima del 23%, en igual período y unidad de medida. Entre
todos los agrupamientos de bienes de consumo final, sólo los
instrumentos de óptica (-9%) presentan caída de importaciones.
Las exportaciones acumuladas también se muestran al alza
(+7,1), pero en menor magnitud que las compras en el exterior.
El mejor desempeño de nuestra performance exportadora, en
estos primeros cinco meses del año, se explica por ventas de
petróleo crudo (+184,5%), del complejo automotriz (+26,7%) y de
cereales (+21,2%). En contraste, cayeron las exportaciones de
semillas y frutos oleaginosos en un 62,4%.
Una porción sustancial del retroceso en ventas externas de
primarios elaborados tiene que ver con el mal desempeño de las
economías regionales. En el detalle, el complejo azucarero
redujo exportaciones un 37,1% en los primeros cinco meses de
2018. A su vez, pescados y mariscos cayeron un 1%, mientras que
las manufacturas del cuero presentaron una merma del 15,7%.
El efecto conjunto de compras y ventas muestra el segundo
déficit comercial más grande desde 1990, medido a valores
corrientes. Contemplando una serie expresada a dólares
constantes, en función al IPC estadounidense, el déficit del
período enero-mayo es el más grande de la historia argentina.
Con todo, de mantenerse el ritmo del déficit comercial actual, la
proyección presupuestaria para el corriente ejercicio, de U$S
5,600 de déficit anual sería superada el mes próximo.