La inestabilidad financiera que se desarrolló en nuestro país
desde el segundo trimestre del año ya se propagó al resto de la
esfera económica. Pasadas dos terceras partes de 2018, se puede
hablar ya de una crisis económica de magnitud significativa.
El rasgo principal de esta crisis tiene que ver una difusión rápida
desde el canal financiero hacia los demás sectores económicos.
La propagación es heterogénea en magnitud, pero extendida en
el nivel intersectorial: promediando el año, todos los sectores
presentaban una trayectoria interanual decreciente.
Además de las consecuencias de este contexto sobre diferentes
indicadores socioeconómicos, en esta crisis se observan
características distintivas respecto de otros ciclos recesivos.
Por caso, la escasa respuesta de las importaciones a la dinámica
cambiaria, parece imposibilitar los mecanismos habituales por
medio de los cuáles se equilibra el sector externo de la economía.
Asimismo, el abrupto aumento del tipo de cambio no parece
operar como un desincentivo suficiente para atenuar la
demanda de activos externos, sobre todo en el canal mayorista.
Independientemente de estas particularidades, el gabinete
económico se mantuvo alineado desde lo comunicacional para
internar aparejar los resultados internos a la inestable
coyuntura internacional, en especial en materia financiera.
Es un hecho que distintos sucesos –tanto económicos como
políticos- en el nivel global, inciden sobre los países emergentes.
No obstante, la profunda vulnerabilidad argentina de los últimos
años, la expone a impactos diferenciales respecto a economías
comparables, tanto de la región como del resto del mundo.
En la presente infografía, estudiamos las causas y las
consecuencias de la crisis por la que atraviesa nuestro país.
Además, comparamos la situación local con la de otros países
de la región y del mundo. Por último, indagamos en los efectos
de la recesión, tanto en términos económicos como sociales.
Uno de los rasgos más claros de la inestabilidad actual es la
rotunda caída de reservas. Argentina perdió más de U$S 10.600
millones en poco más de dos meses, lo cual representa más de
dos tercios de la primera cuota del acuerdo con el FMI.
Este resultado es incompatible con el aumento del tipo de
cambio verificado, que trepa al 100% desde inicios de año.
La trayectoria inestable es más la excepción que la norma a nivel
global. Variables financieras como la tasa de interés, no verifican
subas tan pronunciadas en otras economías. Por caso, en
Argentina ya alcanza el 60%, mientras en Venezuela apenas
supera el 20% y en Turquía no llega al 18%. Los demás países con
crisis financiera, tienen tasas de referencia menores al 10%.
En materia de inflación, la comparativa global tampoco nos deja
en una posición auspiciosa. Ocurre que detrás de la
hiperinflación venezolana, somos de los países emergentes de
mayor suba de precios. La variación interanual del IPC en
argentina ya se posiciona en 31,2%, mientras que en Turquía la
inflación es del 15,8%, en Sudáfrica es de 5% y en Brasil del 4,5%.
Como producto de la inestabilidad cambiaria, distintas medidas
de ingresos locales, sufrieron una licuación fenomenal, medidas
en moneda extranjera. Por caso, las jubilaciones cayeron desde
los U$S 310 en enero de 2016 a U$S 213 en la actualidad (-31,3%),
mientras que el salario mínimo pasó de U$S 437 a U$S 263, lo
cual representa una merma del -39,8%, en igual período.
Con todo, la devaluación del peso argentino, que supera el 100%
desde inicios de año ya es la más grande del mundo.